"...La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar..." Para leer el libro completo, haz clic aquí

miércoles, 25 de agosto de 2010

ISIS SIN VELO (Extracto)

       Hace años, cuando en mi primer viaje por Oriente visité sus desiertos santuarios, me preocupaban dos cuestiones que sin cesar oprimían mi mente: ¿Dónde está, QUIÉN y QUÉ es DIOS? ¿Quién vió jamás el ESPÍRITU inmortal del hombre, para asegurar la inmortalidad humana?

Precisamente cuando con más ansia pretendía resolver tan embarazosos problemas, trabé conocimiento con ciertos hombres que por sus misteriosos poderes y profunda ciencia merecen, sin disputa alguna, el calificativo de sabios de Oriente. Viva atención presté a sus enseñanzas. Me dijeron que, combinando la ciencia con la religión, pueden demostrarse la existencia de Dios y la inmortalidad del espíritu humano tan fácilmente como un postulado de Euclides. Por vez primera adquirí la seguridad de que la filosofía oriental sólo cabe en la fe absoluta é inquebrantable en la omnipotencia del Yo inmortal del hombre. Aprendí que esta omnipotencia procede del parentesco del espíritu del hombre con Dios o Alma Universal. Este, dicen ellos, sólo puede demostrarlo aquél. El espíritu del hombre es prueba del Espíritu de Dios, como una gota de agua es prueba de la fuente de donde procede. Si a un hombre que nunca haya visto agua, le decís que existe el océano, deberá creerlo por la fe o rechazarlo por completo. Pero dejad que caiga una gota de agua en su mano, y ya tendrá un hecho, del cual infiera lo demás, y podrá luego comprender poco a poco la existencia de un océano ilimitado é insondable. La fe ciega dejará de ser una necesidad para él, pues la habrá substituido con el CONOCIMIENTO. Cuando un hombre mortal despliega facultades inmensas, domina las fuerzas de la naturaleza y dirige la vista al mundo del espíritu, la inteligencia reflexiva queda abrumada por la convicción de que si a tanto alcanza el Yo espiritual de un hombre, las facultades del ESPÍRITU PADRE han de ser comparativamente tan inmensas en magnitud y potencia como el océano respecto a una simple gota de agua. Ex nihilo nihil fit. ¡Demostrad la existencia del alma humana por sus maravillosas facultades y demostraréis la existencia de Dios!
(...)
Siglos de esclavitud no logran helar la sangre del hombre, alrededor del núcleo de la fe ciega; y el siglo XIX es testigo de los esfuerzos del gigante para romper las cuerdas de los liliputienses y andar por sus pies. Las mismas comuniones protestantes de Inglaterra y América, ocupadas ahora en revisar el texto de sus Oráculos, habrán de demostrar el origen y valor de este texto. Acaban ya los tiempos en que el dogma
dominaba al hombre.

Esta obra es, por lo tanto, un alegato en pro de que la filosofía hermética y la antigua y universal Religión de la Sabiduría son la única clave posible de lo Absoluto en ciencia y teología. En prueba de que no se nos oculta la dificultad de nuestra empresa, decimos desde luego que no será extraño que los sectarios arremetan contra nosotros.

Los cristianos verán que ponemos en tela de juicio la pureza de su fe. Los científicos advertirán que medimos sus presunciones con el mismo rasero que las de la Iglesia romana, y que, en ciertos asuntos, preferimos a los sabios filósofos del mundo antiguo.

Los sabios postizos nos atacarán furiosamente desde luego. Los clericales y librepensadores verán que no admitimos sus conclusiones, sino que queremos el completo reconocimiento de la Verdad.

También tendremos enfrente a los literatos y autoridades que ocultan sus creencias íntimas por respeto a vulgares preocupaciones.

Los mercenarios y parásitos de la prensa, que prostituyen su poderosa eficacia y deshonran tan noble profesión, se burlarán fácilmente de cosas demasiado sorprendentes para su inteligencia, pues dan más valor a un párrafo que a la sinceridad.

Algunos criticarán honradamente; los más con hipocresía; pero nosotros dirigimos la vista al porvenir.
La lucha entre el partido de la conciencia pública y el de la reacción ha desarrollado una saludable tónica de pensamiento, que en último resultado determinará el triunfo de la verdad sobre el error. Lo repetimos de nuevo. Trabajamos para el alboreante porvenir.

Y al considerar la acerba oposición que ha de darnos en rostro, creemos que el mejor mote para nuestro escudo, al entrar en el palenque, es la frase del gladiador romano:
¡Ave César! Morituri te salutant.

Isis sin Velo - Prefacio (Helena P. Blavaztki)

1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.