4 de Febrero ¿Año Nuevo?

La Era de Acuario, tan popular como discutida. Muchas son las teorías y planteos acerca de cuándo comenzó, o cuando comenzará la Era de Acuario.

En lo personal, consideramos suficientemente fundamentado el planteo de algunos sabios astrólogos contemporáneos, que proponen que la Era de Acuario tuvo su comienzo el 4 de Febrero de 1962. Este mismo día, entre las 2 y las 3 de la tarde, todos los observatorios del mundo siguieron la alineación de los planetas de nuestro sistema solar, en pos de la constelación de Acuario. Ese evento habría marcado el inicio de la nueva era.

¿Y eso qué significa?

Para entender lo que es una ERA, debemos hablar del Año Sideral (En términos astrológicos).

Al viaje que nuestro planeta realiza alrededor del sol, se le llama año terrestre. De la misma forma, a la órbita que el sistema solar realiza alrededor de la Vía Láctea (en torno a su centro) se le denomina AÑO SIDERAL. Y así como nuestro año se divide en meses, el Año Sideral se divide en 12 Eras, cada una de ellas influenciada por una constelación o signo zodiacal.

El principio o fin de las Eras está determinada en la "danza cósmica", por determinadas alineaciones sincronizadas, cual reloj suizo o rueda maya, que se posicionan cada vez, en relación a una constelación determinada y consecutiva.

El Año Sideral dura 25.920años, con 12 eras de 2.160 años aproximadamente. De modo que el próximo 4 de febrero de 2011 comenzaría el año 49 de la Era de Acuario.

La influencia acuariana se puede resumir en dos puntos: Revolución y Sexualidad.

"La tónica acuariana vino junto a movimientos políticos revolucionarios violentos y pacíficos; cambios sociales radicales, en los que los hijos dejaron de obedecer a los padres, y la música popular, con toda su fuerza emocional, comenzó a regir el comportamiento de los jóvenes. Una generalización de los medios de difusión "achicó" el mundo y cambió la forma de relación entre las personas; Las drogas y la psicodelia comenzaron a ser formas de escape de la sociedad y la realidad de la vida. La búsqueda impaciente de la exploración y la experiencia nos llevaron al espacio y al átomo, a la Luna y al neutrino. Ni la misma genética humana se ha salvado de esa búsqueda constante, aunque muchas veces irresponsable, de conocer los misterios de la ciencia. El ser humano ha penetrado en un mundo peligroso sin la suficiente preparación y corre un peligro similar al de un niño pequeño que es abandonado en el interior de la selva.

Nos encontramos ante un mundo que ha cambiado más su fisonomía en 40 años que en 2 o 3 milenios. Más que nunca en la historia conocida, el hombre se encuentra hoy en la encrucijada del ser o no ser de la filosofía.

Al mismo tiempo, la revolución sexual, dirigida por la influencia de Urano, se ha hecho carne en nuestra cultura y ha generado resultados diversos. Por un lado se ha perdido ese miedo al sexo que caracterizó al mundo occidental durante más de un milenio y muchos tabúes y prejuicios fueron eliminados, pero por otra parte el desconocimiento de la importancia y valor del sexo, llevó a todo tipo de desviaciones y abusos, que han quitado el valor ético y místico a la relación sexual". (Gnosis Hoy)

Esta influencia comenzó desde unos años antes del inicio de la Era, y se combinó con la característica de la Era de Piscis que finalizaba: la Mística.

En medio de esta revuelta, surgieron nuevas corrientes y movimientos espirituales, cuyo objetivo es "la vuelta a nuestros orígenes", la recuperación y vivencia de la sabiduría ancestral, con la experiencia de los errores y aciertos de la modernidad.

Es mucho más lo que podríamos hablar sobre las Eras y el Año Sideral, pero lo dejaremos para otra oportunidad. Lo que debe quedar como mensaje es que esta nueva Era nos trae nuevas enseñanzas y una nueva misión: ir madurando, superando esa "seudo-adolescencia" de las revoluciones mal encausadas y el egoísmo violento; que la revolución sea hacia adentro, que renazca la comprensión, para reestablecernos como nuevos Hombres y Mujeres íntegros, es decir Con cuerpo y alma conciente, desarrollados en plenitud y equilibrio.