"...La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar..." Para leer el libro completo, haz clic aquí

martes, 8 de febrero de 2011

Preparación Iniciática (Extracto)

Las discusiones y las polémicas han acabado con muchas escuelas espiritualistas. Cuando dos individuos discuten, lo que tienen es orgullo y soberbia en la mente; ambos quieren demostrar su consabida superioridad a su interlocutor, ambos tienen a Satán entronizado en la mente. Nosotros debemos siempre dar respetuosamente nuestro concepto y dejar a nuestro interlocutor la libertad para aceptarlo o rechazarlo. Cada cual es libre de pensar como quiera y nosotros no podemos ejercer coacción sobre la mente ajena porque eso seria magia negra. La discusión intelectual es luciférica y demoníaca.

Necesitamos tener mente de niño para poder entrar en los misterios mayores. Necesitamos ser niños en la mente y en el corazón. Necesitamos ser perfectos como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto. A los grandes misterios no se llega con intelectualismos vanos, a los misterios mayores se llega con corazón de niño. Hemos conocido a grandes maestros de la Logia Blanca totalmente analfabetas.

Otro peligro que asalta a los devotos del sendero es la envidia.
Aquellos que se llenan de envidia por el progreso de los demás se convierten en Judas que venden a sus instructores por treinta monedas de plata. En las escuelas y logias espiritualistas los envidiosos miran el reloj y tocan la campanilla para sabotear la palabra de los buenos oradores y sus enseñanzas.
Así es como el delito se esconde entre el incienso de la plegaria.

En cierta ocasión nos dijo el Maestro Morya: "Unirse con el Intimo es algo muy difícil, eso es muy trabajoso; de dos que intentan unirse con el Intimo tan sólo uno lo consigue, porque -como dijo el poeta Guillermo Valencia- el delito se esconde entre las mismas cadencias".

Realmente tenía razón el Maestro Morya: el delito se viste de santo, de mártir, de apóstol, etc.
Por eso es que es tan difícil llegar a la unión con el Intimo.
Esta es la senda del filo de la navaja.

Nuestros discípulos deben sumar sus defectos y luego dedicarle, en orden sucesivo, dos meses a cada defecto; así acabarán con todos sus defectos.
Aquél que quiera acabar con todos sus defectos al mismo tiempo no acabará con ninguno.

Esta senda es muy difícil. Ya lo dijo el Cristo: "De mil que me. buscan uno me encuentra; de mil que me encuentran uno me sigue; de mil que me siguen uno es mío".
Por cada paso que demos en el desenvolvimiento de los poderes ocultos, debemos dar mil pasos en la senda de la santidad.
Fuente: Los Misterios Mayores; Samael Aun Weor.

No hay comentarios: